En un gesto de fraternidad y servicio, la Catedral de Santiago abrió sus puertas para compartir un almuerzo con 200 personas en situación de calle, contando con la colaboración de voluntarios de parroquias, estudiantes, camareras de la Virgen del Carmen y la participación del cardenal Fernando Chomali.
La Catedral de Santiago volvió a ser lugar de encuentro y fraternidad en el tradicional Comedor Solidario, que se realiza dos veces al año. “Tuve hambre y me diste de comer, es una acción que está enraizada en lo más profundo de nuestra fe”, explicó el deán de la Catedral, monseñor Héctor Gallardo, destacando que este gesto expresa a la Iglesia que “mira a Jesucristo en los más necesitados”.






La actividad contó con 200 invitados, provenientes de comedores sociales y de las calles cercanas a la Catedral. En el servicio participaron 20 voluntarios de la zona centro, junto con fieles de las parroquias San Juan Evangelista, San Antonio de Padua (Capuchinos) y Santa Sofía, además de 13 alumnos de primero a tercero medio del Colegio Seminario Menor de Las Condes, de la Red Educacional Carlo Acutis, quienes participan mensualmente en el Café Fraterno del sector Baquedano-Patronato.
El arzobispo de Santiago, monseñor Fernando Chomali, entre risas aseguró que no solo venía a saludar y bendecir, “sino también a almorzar”, generando un ambiente de cercanía y alegría. Luego, en un momento de oración, pidió: “Te pedimos, Señor, que bendigas estos alimentos que nos regalas. Te pedimos que nunca falte el pan en nuestra mesa”.
Entre los voluntarios, Marta Durán, del Comedor Emilia Gamelin, compartió su experiencia: “Hoy vinieron 15 personas de nuestra comunidad, muy contentos y agradecidos. Para nosotros es una alegría estar aquí con ellos”.
Por su parte, Gladys Uriarte, camarera de la Virgen del Carmen, destacó la dimensión espiritual del servicio: “Venir a servir a Cristo hoy día para mí es un premio, un agradecimiento. Llevo más de 18 años como camarera, y cada vez lo vivo como un llamado de nuestra Madre”.
Así, en el marco del Mes de la Solidaridad, la Iglesia de Santiago quiso hacer vida el Evangelio sirviendo a Cristo presente en los más pobres, recordando que en cada persona necesitada está el rostro del Señor.