En el marco del Año Jubilar de la Esperanza, cientos de personas mayores de las siete zonas pastorales de la Arquidiócesis de Santiago se reunieron en el Santuario de Lourdes para vivir su Jubileo. La eucaristía, presidida por Mons. Álvaro Chordi y el padre Pablo García-Huidobro, estuvo marcada por la gratitud, los testimonios y el llamado a reconocerlos como memoria viva y protagonistas de la fe.
El Jubileo de los Adultos Mayores se celebró este jueves en el Santuario de Nuestra Señora de Lourdes, con la presencia de delegaciones de toda la arquidiócesis. La actividad, organizada por la Vicaría para la Misericordia, buscó agradecer la vida y el testimonio de los mayores, además de fortalecer el sentido comunitario y la esperanza en torno a su servicio pastoral.
Durante la misa, Mons. Álvaro Chordi, obispo auxiliar, destacó que los adultos mayores son “el mayor regalo que tenemos en la Iglesia de Santiago”. En su homilía habló sobre la urgencia de “una revolución de la gratitud y del cuidado”, llamando a las comunidades a no dejar solos a los mayores, sino a visitarlos y reconocer en ellos un tesoro de sabiduría y fe transmitida de generación en generación. “Mis padres tienen más de 90 años, y son ellos los que mejor transmiten la vida y la fe a mis sobrinos. Nadie puede hacerlo mejor que ellos”, compartió con emoción.
El vicario para la Misericordia, el padre Pablo García-Huidobro, agradeció la participación de representantes de todas las zonas pastorales, resaltando la importancia de los adultos mayores en la transmisión de la fe y la esperanza.
Algunos de los participantes también dieron testimonio de cómo la fe los sostiene día a día. Irene Valdebenito (88) afirmó: “Estar al servicio de Jesús te da la juventud. Mientras uno sirve, nunca se siente viejo”. Renato Bastías (77) añadió: “Ahora soy adulto mayor, pero sigo acompañando con cariño a quienes más lo necesitan”. Por su parte, Roselia Ugalde comentó: “Lo que me motiva a seguir es el amor a Cristo y la fe”.










La celebración incluyó una peregrinación al santuario, la oración comunitaria por el Papa Francisco y la posibilidad de recibir el sacramento de la reconciliación, vividos con profunda fe y recogimiento. Más tarde se celebró la misa jubilar, en la que se reconoció a agentes de las distintas zonas pastorales que trabajan acompañando a personas mayores y enfermos. Finalmente, en la explanada, los asistentes compartieron un espacio fraterno con cantos, café y pan amasado.
Antes de dar la bendición final, Monseñor Álvaro Chordi compartió un mensaje de esperanza con los presentes: “Que no te quiten lo bailado. Segundo, mañana será mejor. Y lo tercero es que yo no quiero ir para atrás. Estoy bien con mis 57 y estaré mejor con mis 63, porque mañana será mejor. Tenemos al Padre Dios que nos está esperando. Y en esa despedida que vamos poco a poco, siempre vamos a tener la compañía de la comunidad”. Finalmente, encomendó a la Virgen a los cuidadores, acompañantes y equipos de vida y salud que trabajan de manera callada y anónima con adultos mayores y enfermos.